Próximo XVI Encuentro de Música-Filosofía, celebrado durante los días 3, 4 y 5 de Julio en Ronda.
Organizado por la Real Maestranza de Caballería de Ronda y el Ontology Congress.
¿Qué es lo que distingue a la música de los demás sonidos y circunscribe su percepción estrictamente a los humanos? Numerosos son los caminos posibles para tratar de dar alcance a esta pregunta fundacional y, sin duda, uno de los más transitados a lo largo de la historia es aquel que toma en consideración los elementos propiamente físicos de la música como objeto de estudio, con la esperanza, tal vez, de que la respuesta se encuentre oculta en el origen mismo del fenómeno acústico.
Gotzon Arrizabalaga, secretario y participante de los Encuentros desde sus inicios, ha elaborado expresamente un texto a modo de vislumbre sobre algunas cuestiones que serán tratadas en este próximo XVI Encuentro M-F que hoy presentamos.
Los elementos propiamente físicos de la música han sido analizados con detalle desde el comienzo de las especulaciones sobre la música, iniciándose en los pitagóricos y llegando hasta los sofisticados análisis de la electroacústica actual (estudio de ondas, materiales vibrantes, resonantes (organología), ondas comprimidas por membranas (altavoces), conductores, micrófonos…, y que constituyen un panorama determinante de la música actual). El descubrimiento de las estructuras estables y aritméticas de la música supuso un apoyo decisivo a la hora de considerar que el mundo constituía un auténtico “cosmos”; es decir, un lugar donde el orden y el bien se imponían. Ahora bien, ¿queda por ello reducida la música a un fenómeno puramente físico? ¿Cabe considerar que la “naturaleza” de la música se limita a sus aspectos materiales? En la percepción sonora del fenómeno musical, ¿entran en juego tan solo determinaciones reducibles al sistema fisiológico neuro-perceptivo del sonido? En tales casos, ¿tendría sentido pensar en hablar de una experiencia musical en los animales?
los animales oirían sonidos pero en ningún caso “fragmentos musicales”. Para ello deberían saber contar; es decir, distinguir entre intervalos rítmicos distintos y situar el sonido aislado en el interior de una estructura armónica, por muy simple que esta fuera. Hay quien admite la existencia de tales pautas rítmicas y armónicas en el seno mismo de la naturaleza: más allá de la percepción de estos pretendidos fenómenos musicales por parte de un ser sensible capaz de ello, la naturaleza haría música por sí misma. Para otros, estas creencias se basan en una confusión en torno al concepto de “música” y no aceptan la idea de la existencia de lo propiamente musical más allá del “oído humano”. Admitida, según esta tesis, esta privación en el resto de los animales, ¿habría que admitir que las relaciones que tienen lugar en la percepción musical son más complejas que las derivadas de un análisis estrictamente fisiológico de las mismas? En principio, nada impediría considerar las reacciones electroquímicas en el cerebro de un animal como un fenómeno idéntico al que ocurre en el cerebro humano, y sin embargo, la diferencia es radical: en el ser humano la música es pensamiento, la percepción musical no es sólo percepción de sonido sino la capacidad de percibirlo como entidad separada de sus propios componentes en un ejercicio de memoria que les otorga identidad distinta. Así lo atestigua el hecho, antropológicamente indiscutible, de la música como práctica universal en todas -y solo en ellas- las comunidades humanas, entre todos los seres de lenguaje.
Sobre estas y otras cuestiones versará el próximo encuentro música-filosofía en la Ciudad de Ronda en Julio de 2019.
Gotzon Arrizabalaga.