1. No resulta adecuado ni fecundo comparar las así llamadas «tecnologías de la información y la comunicación (TIC)» con las máquinas de la época industrial, ni tampoco con las artesanías tradicionales. Hay que distinguir las técnicas, las tecnologías y las tecnociencias.
2. Las TIC son tecnociencias. No sólo transforman la naturaleza y las cosas. Ante todo, transforman los lenguajes, incluidos los lenguajes musicales. Dada la función mental y socialmente constitutiva de los diversos lenguajes humanos, conviene distinguir conceptualmente las músicas de las tecnomúsicas y las personas de las tecnopersonas.
3. Las tecnomúsicas conforman nuevos instrumentos musicales. También generan nuevos instrumentistas, nuevos escenarios y nuevas representaciones musicales en red. Las tecnomúsicas han sacado a las músicas de su sancta sanctorum escenográfico (plazas, teatros, salas de conciertos, tocadiscos de vinilo, etc.).
4. Pero la innovación principal es (tecno)-lingüística, y por ello sistémica. Los tecnolenguajes musicales son diseñados por empresas y programadores. Luego son utilizados por compositores y practicados por entidades híbridas personas/tecnologías en los diversos escenarios musicales de las redes telemáticas (caverna digital).
5. A título de ejemplo, se comentará el caso de la humanoide Hatsune Miku, creada en 2007 por Crypton Future Media, con gran éxito en Japón y en China. Miku adopta el formato visual de un holograma y utiliza las tecnologías de sintetizador musical Vocaloid 1, 2, 3 y 4. Desde 2013 canta en inglés. Este verano de 2018 debutará «presencialemente» en Ciudad de México y en varias ciudades estadounidenses. Siendo una diva virtual que puede cantar óperas clásicas, un compositor francés compuso y estrenó una ópera sobre Hatsune Miku en 2015, con instrumentos y en escenarios tradicionales. En dicha obra la protagonista se acaba suicidando, ante el drama de no ser o no ser persona: sólo tecno-fenómeno. El mito de la caverna platónica redivivo y en formato tecnomusical.